Thursday, January 10, 2008

Y vuelvo a estar aquí...

Más que nada para no mandarte el mensaje absurdo número un millón de este día horrible... Estoy mala, y metida en casa porque no tengo fuerzas para ir a trabajar No te he visto desde hace dos días... Y hace dos días fue un día maravilloso... Absurdamente, pero maravilloso, después de pasar contigo horas y horas, cansada, agotada, pero tranquila y feliz, la verdad...

Después de la temporada que llevamos ya no sé mu bien donde estamos, la verdad... Tuvimos una temporada de estar muy bien, pero que fuera imposible. Luego tuvimos una temporada en la que me cansé, y luego la temporada en que tú te cansaste de mí, de esperar, de todo, de mí...

Esa empezó hace unos 3 meses. Y estos tres últimos meses, creo que lo he intentado todo. Cerré puertas, empecé a ser paciente, y a sentirme algo más tranquila contigo... Mientras, como habías dicho, empezaste a hacer tu vida, pero yo no era consciente de que lo que vivía contigo ya no significaba nada. Yo me sentía muy bien. Genial. Tranquila. En presente, sin pensar en nada más. En público, en privado, en Barcelona, en todas partes...

Empecé a verme tranquila y todo empezó a gustarme. Y pensaba que a tí te estaba gustando tanto como a mí... Y estaba equivocada, eso está claro... Tú realmente has seguido con tu vida... y pronto no podré formar parte de ella... Y ahora me sentía plenamente parte de ella. Me sentía tuya por completo. Me siento así. Y es tarde, como siempre.

Y mientras escribo esto, lloro. Lloro porque no sé cómo va a terminar. Porque no sé cómo debe terminar. Porque ni siquiera sé si debería mandarte esto, aunque creo que no sería buena idea... Porque no puedes decirme que no por no hacerme daño. Porque lo que queda para tí entre tú y yo, son cenizas de 3 años de heridas y cicatrices, y sin embargo, para mí me sigues debiendo una vida...

Y creo que hay algo... que no es imposible del todo. Que no puede ser así. Por como me miras a veces. Por las pocas veces ahora que me dices que estoy bonita. Por las veces en que hay algo que sólo sabemos tú y yo, que nos hacen sonreír. Por los besos a escondidas, que me daría francamente igual que fueran en público. Por sentir que me quieres, aunque creo que no es cierto. Por las veces que no puedo evitar mirarte y sonreír, porque me siento feliz, o porque pienso en algo que sólo te diría a ti al oído. Por cuando me llevas al cine, a ver esas películas que seguro que no te gustan. Por cogerte de la mano a escondidas... Por los ascensores... todos los ascensores... que a tí no te hacen sentir nada al parecer. Sólo una triste compasión por mí... Mientras te abrazo con la esperanza de poder meterme en tu pecho y en tu cabeza y de que me puedas querer otra vez... o de que no hubieras dejado de quererme nunca... me equivoco, ¿verdad?

Me duele la cabeza... De llorar. Del catarro. De la presión del mundo. Del no saber qué hacer. Y sobre todo, de no saber qué debería hacer. De saber que está todo perdido, y que ya sólo te pongo triste. Y tú me haces feliz. Y en este momento, la persona más desgraciada de la tierra... Pero también la más feliz, en serio. Porque compartir contigo todo lo que hemos compartido es de lo más bonito que he tenido. Porque no quiero que se termine... Sólo quiero que por una vez salga todo bien...

Solo quiero poder explicarte bien las cosas por una vez. Que me entiendas. Que te guste. Que no me odies, y que quieras seguir estando conmigo. Con tus condiciones, porque me da igual que sea en público o en privado, mientras pueda seguir queriéndote. Porque no me hago a la idea de que puedas no estar. Y porque estoy aquí como una gilipollas, escribiéndote y llorando, pero sonriendo, porque sé que aunque leas esto, te parecerá que es una de esas cosas que escribo que no se entienden, pero que al menos, habré tratado de explicarte algo...